25 de julio de 2006

el yesQuero No. 112
Columna de análisis y crítica política
Correo electrónico:
elyesquero@gmail.com; www.elyesquero.blogspot.com
Medellín, Colombia


Corrupción y neopresidencialismo

Por
Rafael Rincón (*)

El Vicepresidente de Colombia Francisco Santos, titular del programa presidencial contra la corrupción, ha propuesto como medida anticorrupción en las regiones tramitar una reforma constitucional que faculte al Presidente de la República para la disolución de los gobiernos locales o departamentales.

Así como el presidente Uribe y el vicepresidente Santos desconocían los compromisos de la Federación colombiana de Fútbol con Brasil para hacer en aquel país el mundial de fútbol del 2014, así ambos funcionarios desconocen la política anticorrupción que el programa presidencial a su cargo ha diseñado en cuatro años.

Con arrebatos zaristas proponen la reversa de la descentralización administrativa y política, como una fórmula para solucionar los casos de corrupción en los municipios y departamentos contrariando la estrategia regional de su propio programa que prevé acciones conjuntas con los entes territoriales, los órganos de control y la Fiscalía General de la Nación para promover la transparencia.

Los dos, Presidente y Vicepresidente, tienen comportamientos diferenciados ante la corrupción dependiendo de la latitud y la altura de la misma. Así cuando oyen ruidos de corrupción en su heredad (el centro o la nación: Policía Nacional, Ministerio de Defensa, Dirección Nacional de Estupefacientes, Incoder, Departamento Administrativo de Seguridad, Ministerio del Medio Ambiente, etc.) corren a afirmar que son respetuosos de la ley y la Constitución y que se acogerán a las decisiones de las autoridades competentes; pero si el ruido de corrupción es en los municipios o en los departamentos se creen ungidos para corregir la “disfuncionalidad” con nombramientos e intervenciones centralistas, ahí sí quieren tener dientes intervencionistas de investigación y control.

El gobierno nacional, el de los Santos, el del llamado buen gobierno, el del periódico-presidente, el que premia a los corruptos con embajadas (Ej.: Jorge Noguera ex Director del Das fue nombrado embajador en Milán, Italia, después de los escándalos por montar una oficina de inteligencia para el servicio del narcotráfico y los paramilitares) ahora pretende castigar a los municipios con la pérdida de su autonomía política.

Es que el presidencialismo de mano abierta y garras extendidas, presidencialismo rampante, no se contenta con lograr la reelección inmediata, ni con la captura del Congreso y su agenda legislativa, ni con la cooptación de los legisladores de la U, ni con la elevada incidencia en la elección de magistrados de las altas cortes (afectando su independencia), ni con la nominación de los titulares de los órganos de control. Ahora el trepador e insaciable poder presidencial aspira a ganarse los nombramientos de algunos alcaldes y gobernadores que ellos consideran corruptos. El César quiere extender sus dominios.

Es que el vicepresidente Santos interpreta la corrupción como una disfunción del sistema, como un problema que está en las estructuras y que no tiene nada que ver con sus motivaciones e intereses. Así vistas las cosas la corrupción es un mal de las administraciones de los entes territoriales que no invierten como el centro les ordena invertir, con las prioridades diseñadas en Bogotá. Y, por otro lado, los cambalaches de auxilios parlamentarios por votos para conseguir institucionalizar la reelección inmediata (Casos de los parlamentarios Teodolindo Avendaño y Yidis Medina) no son calificadas como conductas corruptas, son tildados de actos lícitos, resultados de la maniobra política, de los movimientos audaces del líder y de las acciones diagonales de los alfiles del presidente.

El presidencialismo rampante cuenta la realidad al revés como el fotógrafo le interpreta el negativo a su cliente. No es que el presidente sea el dueño de la agenda legislativa lo que pasa es que se transita hacia un régimen parlamentario. No es que el ejecutivo se haya apropiado de las decisiones judiciales y de los órganos de control lo que pasa es que Colombia va hacia un gobierno de los jueces. No es que el centro quiera el poder de las regiones, de lo que se trata es de corregir la corrupción en los municipios para fortalecer la descentralización.

Colombia tiene un gobierno bonapartista –fundado en la voluntad de los hombres y no de las leyes– que no encuentra límites para su ejercicio y amparado en la guerra, alcanzó la cúspide y, ahora, cabalgando sobre la corrupción ajena, aspira a perpetuarse en el poder.

Medellín, 25 de julio de 2006

(*) Director del Consultorio de Derechos y Gobernabilidad háBeas corpus

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Rafa, excelente…cuando abrirá este país los ojos.


Oswaldo

Anónimo dijo...

No es pequeña nuestra preocupación.... el pequeño dictador, engrandecido por los votos y mitificado por su séquito, habrá algún día de estrellarse... pero su derrumbamiento será lento, muy lento y entretanto, debajo de su largo manto, quedarán muchos más cadáveres de los que ya resguarda y la pestilente sombra de sus cambiantes y perversos gestos puede tener un doble efecto: O nos debilitará aún más... o hará más fuerte nuestra resistencia

Anónimo dijo...

El gobierno nacional en vez de pensar en la disolución de gobiernos locales o departamentales, debe realizar la integración de estos gobiernos, cuyo principal beneficiario es la población (Existen muchas entidades internacionales las cuales brindan información y financiación para el desarrllo de proyectos, el papel del gobierno nacional seria convertirse en el puente de dichos recursos, un puente cristalino, el cual permita que tanto la información y la financiaciación lleguen en su totalidad a dichos beneficiarios.

Anónimo dijo...

Estimados amigos :
Aunque los asuntos políticos no constituyen una prioridad en mi diario quehacer eso no significa que viva en una burbuja ni desconozca la actual realidad política tanto de mi país como de América Latina. La corrupción, el narcotráfico, el tráfico de negras, blancas, rojas, amarillas; la pornografía con pornógrafo incluido, moros y cristianos que se disputan la banca y el muro de los lamentos, la venta y la reventa de armas, el oportunismo siempre vigente para cambiar de colores al igual que el camaleón.

Entonces, como decíamos ayer, recordando a mi viejo profesor de filosofía cuando leíamos de Sartre un capítulo acerca del existencialismo literario, concluíamos la mayor de las veces en el boliche más próximo para libar junto a Baco unos sorbos de vino generoso y concluir nuestras propias utopías. "Cambalache, siglo XX" de apocalíptico ya no tiene nada. La realidad ha superado a cualquier mente febril y lo que ayer se ocultaba en el manto de la impunidad, hoy la ropa propia y ajena termina por lavarse en cualquier plaza pública.

Quizá por ello que opté por refugiarme en la literatura y ejercer un periodismo de bajo perfil, más cercano al ámbito artístico-cultural, ahí al menos son menos todo y mucho más en sueños y anhelos. A modo de concluir estos desvaríos, les envío mi página web www.pablocassi.cl
allí encontrarán tan sólo cosas buenas.

Un abrazo humedo como la lluvia que cae pero renovado en esperanzas y anhelos de hacer de esta geografía, un lugar posible para todos.

Fraternalmente

Pablo Cassi

Anónimo dijo...

Señor Rincón tenga muy buenas noches, de antemano lo felicito por su buena redacción oh señor presidente, me siento orgulloso de recibir textos como el suyo, que la pase bien!!

Disculpeme que tal si escribimos sobre los dos peajes para el corregimiento más pobre de Medellín, San Sebastián de Palmitas, la plata se la llevan los de más abajo, San Jerónimo, Santa Fe, Sopetrán, sería bien interesante amigo Rafael.

Con afecto

Héctor Torres