19 de octubre de 2004

EL CANDIL No. 29
Observatorio de derechos y conflicto urbano del IPC
www.ipc.org.co

CONTROL SIN DIENTES

Rafael Rincón
19 de octubre de 2004
El poder sin medida es el autoritarismo. La razón y el derecho son los muros de contención al ejercicio del poder. La democracia constitucional se ha ingeniado la separación de poderes y el principio de legalidad para racionalizar el ejercicio del poder y el uso legítimo de la fuerza.
Son muchas las formas de control y los órganos de control que existen en Colombia. Tenemos organismos de control institucional como la Procuraduría que vigila la conducta de los funcionarios públicos nacionales, la Defensoría que protege los derechos humanos, las Personerías que disciplinan a los funcionarios municipales, las Contralorías que vigilan el tesoro público, la Auditoría General que vigila a las Contralorías; los concejos municipales y las Asambleas Departamentales que realizan un control político sobre la acción municipal y departamental.
Por otro lado, existen las organizaciones ciudadanas de control como las Veedurías que vigilan la ejecución de obras públicas, hacen seguimiento al Plan de desarrollo, controlan la calidad de los actos administrativos. El control que realizan los medios de comunicación llevando a la opinión la información.
Además, y como si fuera poco, cada administración debe tener una oficina de control interno que realiza un seguimiento a los procesos y procedimientos administrativos. También, la Ley 80 de 1993 obliga que cada contrato tenga una interventoría para que fiscalice el cumplimiento de las obligaciones pactadas y vigile los resultados.
Existen controles internacionales realizados por organizaciones interestatales como la OEA y la ONU, o realizados por entidades particulares como Amnistía internacional en derechos humanos, o como Transparencia Internacional en corrupción.
Las certificaciones de calidad son especialmente para realizar control a los productos y a los procedimientos.
Parece entonces que tenemos un Estado controlado. Inclusive con exceso de controles. A veces se habla del síndrome de Procuraduría para decir que el control no deja trabajar a la Fuerza Pública. Se habla de las “ías” para referirse al exceso de organismos institucionales. Y se dice que la administración está maniatada por la ley, que existe inflación legislativa.
Recientemente Colombia ha sido calificada con un pobre 3,8 en una escala de uno a diez por la organización Transparencia Internacional. Esta evaluación deja mal parado al país no sólo en transparencia sino también en cuanto a los controles. Colombia ocupa el puesto 60 entre 146 países calificados.
¿Qué está pasando?, ¿Será que los controles no tienen fuerza?.
Por los menos se debe evaluar a los controles, examinar su eficiencia, su eficacia, su calidad, sus presupuestos.
Una causa de esta debilidad es la desfinanciación a la cual vienen siendo sometidos.
La Defensoría del Pueblo no tiene presupuesto para contratar a los defensores públicos; la Procuraduría no tiene el personal suficiente para adelantar las investigaciones; el 90% de las Personerías de Colombia funcionan con un Personero y una secretaria.
Caso patético es el de Medellín en donde para el año 2005 la Personería, la Contraloría y el Concejo Municipal no contaran con presupuesto de inversión. El control es un fundamento de la democracia y mal hacen los gobernantes en ahogarlos. El control es un valor agregado de una buena administración.
No puede existir más presupuesto para el incienso que para el control so pena de alejarse de la democracia y llegar a un principado.

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