el yesQuero No. 87
CONSULTORIO DE DERECHOS Y GOBERNABILIDAD
Corporación háBeas corpus
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DAVOS: LA AGENDA DEL IMPERATIVO CREATIVO
EL ALCALDE VIO LA NIEVE

Por
Rafael Rincón (*)

Davos es un pueblito de 13.000 habitantes en el oriente de Suiza en donde se encuentran anualmente, y por estas calendas, desde 1971, los “cacaos” y jefes de Estado del mundo desarrollado en el Foro Económico Mundial. Además, este villorrio alpino es muy recomendado por los médicos, por sus condiciones climáticas, para las personas asmáticas y estresadas de la comunidad empresarial.

El alcalde de Medellín, Sergio Fajardo, viajó a Davos en compañía de la Primera Mujer, la Dra. Lucrecia Ramírez, en momentos en que se celebra una versión del Foro Económico Global. A la cita estaban invitados 15 jefes de Estado, representantes de 715 empresas, ONGs –entre ellas, Amnistía Internacional- y personalidades como Bill Gates, Bill Clinton y Bono (Cantante del grupo inglés U2).

Coca-Cola, Nestlé, Google o Microsoft son las protagonistas del Foro Económico Mundial que este año se realizó entre enero 25 y 29. El propósito de la reunión fue identificar las claves del crecimiento sostenido de China e India a una tasa promedio del 10% anual durante la última década. Y, como temas teloneros de la agenda, estuvieron el calentamiento global, el hambre, la corrupción, y el paludismo; el año pasado el tema que sirvió para tranquilizar el sentimiento de culpa empresarial fue el hambre en África.

El Foro Económico de Davos sesionó bajo el eslogan de “El imperativo creativo”. Se expusieron y debatieron proyectos sobre ayuda en desastres, medidas anticorrupción, financiación del desarrollo y las relaciones de los sectores público y privado. En talleres y debates se propusieron dar respuesta a los desafíos globales y mantener la agenda neoliberal de manejo del orden global y de crecimiento económico.

En el lenguaje de Davos el gran desafío mundial está en la superación del desequilibrio económico del planeta; pero, la devaluación del dólar, las tasas de interés, y los precios de la energía mundial han sido y siguen siendo el corazón del programa.

En Davos hay consenso en la identificación del desbalance global como el problema fundamental. Según los empresarios para superar el desequilibrio global se requiere de una fuerza innovadora, y allí es donde surgen China e India como experiencias ejemplares.

El enfoque propuesto para abordar los temas del programa fue el del “imperativo creativo”, que es una especie de derivación del diseño inteligente, la nueva doctrina creacionista negadora del darwinismo. El imperativo creativo urge el milagro humano, impele a generar una creación divina, un llamado a la innovación para arreglar el desequilibrio existente, del cual, extrañamente, ninguno de los participantes del foro, se siente autor.

Davos se ha convertido en el Olimpo de los dioses neoliberales que deliberan y deciden el futuro del mundo a más de 2.500 metros de altura, y en los más agradables balnearios de invierno. Son dioses humanados que juegan jóquey y montan en esquí mientras deciden su suerte y se compadecen del resto del mundo.

Bajo este enfoque la pobreza es un sistema complejo, resultado de una voluntad divina, que sólo se rebasa con un imperativo creativo del mismo ser superior. Se es pobre por voluntad de un Dios, y se supera la pobreza por un acto de innovación de estas deidades de chocolate.

En Davos se traza el destino del mundo. Quién regresa de Davos llega habilitado como gurú y no teme vaticinar para dónde irá la “joya de la corona”, para dónde van las telecomunicaciones y los servicios públicos domiciliarios, qué educación recibirá la ciudadanía, cómo funcionará la salud y cuál es el futuro del agua, del petróleo y de los bosques. Allá se diseñan las políticas conservadoras de lucha contra la corrupción, la cual identifican sólo en la burocracia estatal olvidando y lamentando los casos Enron y World.com.

Ojalá que el espíritu de Davos sirva para inyectarle fuerza a la línea cuatro del Plan de Desarrollo -Medellín productiva y competitiva- y se pueda ir mucho más allá de montar una tarima al comercio textil de otras partes del mundo para que vendan en la ciudad a compradores de otras latitudes.

Ojalá la Virgen de la Candelaria ilumine al inteligente alcalde conservador Sergio Fajardo, y el imperativo creativo se pose en él, para que bajo el espíritu de Davos, nos redima de la desigualdad social, el desempleo, la pobreza y la intolerancia.

Que por lo menos la riqueza del Municipio y de las EE.PP.M. se redistribuya en servicios entre sus dueños (la ciudadanía) y no sólo llene los bolsillos de los vivos agremiados que ejercen la política asqueándose de ella.

Medellín, 31 de enero de 2006

(*) Director del Consultorio de derechos y gobernabilidad, háBeas Corpus.