6 de septiembre de 2005


el Candil No. 69
OBSERVATORIO DE DERECHOS Y CONFLICTO URBANO
Instituto Popular de Capacitación; Medellín, Colombia
www.ipc.org.co, correo: elcandil@gmail.com

VENTA DE HUMO

Por
Rafael Rincón
Analista

“Siento un gran honor al entregar la Cruz de Boyacá a Fedegan
y que la reciba el doctor Jorge Visbal Martelo, hombre de tantas
ejecutorias y de tanta valentía”

Álvaro Uribe Vélez el 10 de diciembre de 2003,
día internacional de los derechos humanos.


No todas las definiciones de corrupción tienen como punto de partida la apropiación privada de lo público o el abuso de poder. La organización internacional PROBIDAD, con sede en San Salvador, afirma que “La corrupción surge del tráfico de influencias entre grupos de poder y representantes públicos. Éstos para generar beneficios ilegítimos abusan de los derechos de las personas y las dejan en condición de desigualdad o exclusión”.
[1]

Dentro de la corrupción política el tráfico de influencias o “venta de humo”, como se conoce en la doctrina de derecho penal
[2], es una de las modalidades más comunes; pero es también una de las formas más huidizas a la tipificación y a la penalización. Esta clase de corrupción en momentos electorales se vuelve endémica.

El tráfico de influencias es un pacto indebido celebrado entre una persona que juega como mediador invocando influencias reales o simuladas con un tercero que está comprando una función pública. El traficante de influencias es una persona que propaga su poder, su fuerza moral, su prestigio y se vale de ellos para derivar ventajas casi siempre de carácter económico; el tercero es un interesado en adquirir una función pública, llámese puesto, contrato, honor o dignidad, es el que busca que se le haga efectivo “un cruce”.

Quien trafica con influencias casi siempre es un impostor que vende un prestigio, una preponderancia o una ascendencia que dice tener sobre un funcionario. Suelen referirse a los funcionarios con sus nombres de pila, descartando los títulos para mostrar su nivel de cercanía; son los que fingen una amistad íntima. Ellos no hablan con el Presidente, con el Gobernador o con el Alcalde, sino con Álvaro, con Aníbal y con Sergio. Los traficantes de influencias son los que obtienen resultados por fuera de la oficina, en horas de descanso y los fines de semana; consiguen lo que buscan en la casa del funcionario, en horas de almuerzo o el domingo en la finca. No hablan donde deben hablar; guardan silencio, son discretos en las reuniones oficiales.

Los casos más comunes de tráfico de influencias están relacionados con venta de cargos burocráticos y la adjudicación de contratos en la administración pública. La contraparte del traficante de influencias es un tercero que se emplaza a la entrada de un despacho público con una hoja de vida o una oferta de servicios más una tarjeta personal, que a la manera de estampita religiosa, tiene el poder sobrenatural de hacer un milagro, conseguir un empleo, un contrato o una prebenda.

El tráfico de influencias también se manifiesta con la venta nominaciones, de invitaciones a contratar, de elecciones o de reelecciones; es un tráfico de intangibles.

Esta práctica de venta de humo es muy regular en Colombia, aunque goza de altos índices de impunidad. En los Consejos Comunales que realiza el Presidente Uribe Vélez la venta de humo es una de sus características. La presencia del Presidente en ellos hace creer que todos los problemas planteados van a tener solución y, además, se hace creer que el Presidente tiene todas las competencias constitucionales para resolverlos; pareciera que el Presidente encarnara el misterio de la santísima trinidad y mucho más. El presidente es Alcalde, Gobernador, legislador, Gerente de entidad descentralizada, juez, órgano de control.

Los congresistas, como el senador Moreno de Caro, los diputados, gobernadores y alcaldes buscan la influencia del Presidente para posicionarse ante la opinión pública, jamás lo contradicen, así no estén de acuerdo. Es como si existiera un pacto en donde el Presidente aporta su alto nivel de aceptación y el congresista se compromete con la reelección.

Los Consejos Comunales no son una buena práctica de educación para la democracia. Ellos no enseñan que en las democracias el poder está dividido y controlado. No hay la más mínima intención de mostrar las diferentes competencias de los alcaldes, de los gobernadores y del Presidente de la República. Los Consejos Comunales son un bazar de influencias.

Otro caso que deja dudas de tráfico de influencias es el negocio de las telecomunicaciones en donde Uribe Vélez, Presidente y regulador, le vende humo al país haciéndole creer que está salvando a TELECOM y a EMCALI, cuando realmente las está privatizando, las está vendiendo. Y estas multinacionales a su vez le venden humo a Colombia diciendo que están invirtiendo y dando muestras de confianza en Colombia.

Los beneficiados con el tráfico de influencias son los grupos de poder que de esta manera obtienen sus objetivos de captura del Estado y enriquecimiento en detrimento de la igualdad y las libertades.



Medellín, 6 de septiembre de 2005

[1] http://www.probidad.org/

[2] Escobar López, Edgar. ESTATUTO ANTICORRUPCIÓN. Medellín, Biblioteca Jurídica DIKE, 1996. p.259.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy claro, Rafael. Pero el caso de Emcali hay que mirarlo con cuidado, pues hay intereses oscuros, tambi�n, detr�s de la opci�n de no privatizar. Debe estudiarse la trayectoria del sindicato, para empezar.

Anónimo dijo...

sabia usted que el negocio de Telecom lo lidera el presidente de la junta de Telecom. y que es una gran empresa que se puede unir y salvar?.

sabe usted que el 17 18 de septiembre hay un consejo comunal en nueva york con colombianos viviendo en nueva york y no con los alcaldes o funcionarios públicos, no se si esto es o no participación de funcionarios públicos en política.