23 de mayo de 2006

el yesQuero No. 103
COLUMNA DE ANÁLISIS Y CRÍTICA POLÍTICA
Consultorio de Derechos y Gobernabilidad háBeas corpus
Dirección electrónica:
elyesquero@gmail.com; Medellín, Colombia


LA CONSTITUCIÓN EN SERIO

Por
Rafael Rincón (*)

El ex presidente Andrés Pastrana Arango, hoy embajador de Colombia en Estados Unidos, ganó las elecciones presidenciales en 1998, después de haber auspiciado una intensa campaña contra el presidente liberal Ernesto Samper Pizano, quien lo había derrotado en las elecciones de 1994. La semana antes de los escrutinios el candidato Pastrana Arango posó para la prensa en compañía del comandante máximo de las FARC, Manuel Marulanda Vélez y sembró la ilusión de paz negociada en Colombia; éste episodio fue definitivo para ganarle la presidencia al candidato Horacio Serpa Uribe.

Con el primer hecho –conocido como el Proceso 8.000– el ex presidente Pastrana logró configurar a su adversario como corrupto y de contragolpe erigirse él como el as moral de la baraja; y con el segundo evento, la foto Pastrana/Tirofijo, embaucó al electorado con la promesa de solución política negociada al conflicto armado, y así logró la presidencia. Con el primer hecho Estados Unidos certificó los esfuerzos del Estado colombiano en materia antidrogas, y con el segundo las FARC obtuvieron una enorme zona de despeje e inmunidad.

La propuesta de Álvaro Uribe Vélez de seguridad democrática se levantó sobre el fracasado modelo personal y moralista de Andrés Pastrana. La consigna electoral fue “mano firme y corazón grande”, para enterrar la solución negociada desaprovechada y darle prioridad a la intervención armada y así sofocar la arremetida violenta de las FARC contra la población civil.

Ni Pastrana Arango, ni Uribe Vélez se tomaron en serio la Constitución de 1991 para encarar las violencias, la violación a los derechos humanos, la corrupción, la iniquidad y la desigualdad. Los dos gobiernos coincidieron en acudir más a los Estados Unidos para lograr sofocar los problemas comunes, como el narcotráfico, que a la voluntad general de los colombianos para mejorar las condiciones de vida. Ambos presidentes mostraron sin tapujos el temor reverencial y sonrieron ante los halagos certificados de la metrópoli imperial.

Ambos gobiernos consideraron la Constitución como un obstáculo de la democracia para luchar contra el terrorismo y como una amenaza a los privilegios de los sectores que capitalizan la riqueza; ella, la Constitución, es calificada, por un lado, como una forma romántica e ineficaz para erradicar la “agresión terrorista”; y por el otro lado, como una amenaza subversiva para quienes ilegítimamente ejercen el poder.

Una Constitución garantista impide el desarrollo de la seguridad democrática que es la seguridad de las restricciones a los derechos, la de las capturas masivas, la de las ejecuciones extrajudiciales, la que se opone al intercambio humanitario, la de la impunidad al paramilitarismo, la de las recompensas, la que no admite controles, la que persigue a los defensores de derechos humanos, la que niega el sindicalismo, la que controla a la prensa y apabulla al periodismo.

La acción de tutela, la Defensoría del Pueblo, la Corte Constitucional, la Carta de Derechos, la prohibición de la reelección y de la extradición hacen parte de la voluntad del constituyente primario de 1991. La prohibición de extradición de colombianos fue revocada por las presiones de Estados Unidos con sus ilegales certificaciones, y la reelección presidencial fue consagrada con la “metodología Teodolindo” de compra burocrática de votos en el Congreso.

Colombia tiene la oportunidad, en los comicios de mayo, de elegir un presidente que se comprometa con la Constitución de 1991 para tomarse en serio la dignidad humana, para trabajar por la equidad, para reconocer tanto las causas de las violencias como la capacidad de la nación para orientar y resolver, de manera soberana, los conflictos armados y sociales que obstaculizan la realización de Colombia como un estado social de derecho.

Colombia necesita un presidente que se comprometa a lograr que la mayoría más humilde pueda decidir su futuro; un país gobernado más por el derecho que por la fuerza; un presidente convencido de que otra Colombia, más justa es posible.


Medellín, 23 de mayo de 2006


(*) Director del Consultorio de Derechos y Gobernabilidad háBeas corpus.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

De Álvaro Uribe a Carlos Gaviria



Hastiados de la guerra



Por Guillermo González Uribe



Tengo miedo de que Álvaro Uribe Vélez sea reelegido presidente de Colombia. Me da temor un político con mucho poder, que es incapaz de aceptar la crítica y denigra de quienes se atreven a poner en duda cualquier acción de su gobierno: unos críticos son descalificados, otros amenazados por los seguidores o amigos del presidente Uribe y tienen que salir del país, como le ocurrió al periodista Daniel Coronel, y varios han sido asesinados, como es el caso del dirigente de la Comunidad de Paz de San José de Apartado, Luis Eduardo Guerra y del profesor universitario Alfredo Correa de Andreis, en Barranquilla; las denuncias señalan como autores de estos crímenes a miembros de organismos del estado aliados con el paramilitarismo.



Desconfío de un presidente que en su primera campaña ganó las elecciones criticando al clientelismo, pero que lo usó a más no poder para lograr que pasara su proyecto de reelección en el Congreso. Me genera recelo un político que cierra el espacio de negociación con las Farc, mientras su gobierno cubre con un manto de impunidad al paramilitarismo que cada día se afianza más en distintas regiones del país contando con el silencio cómplice de buena parte de la opinión, que ante la amenaza de la guerrilla deja crecer este monstruo de mil cabezas que terminará por devorarla, si no hay una reacción a tiempo. Me horroriza un presidente que ensancha la brecha social al privilegiar en sus políticas a los grandes poderes económicos y a los altos funcionarios del estado, mientras recorta dominicales, festivos y horas extras a los sectores más deprimidos de la población. Me genera rechazo un mandatario que no tiene relaciones dignas con los Estados Unidos sino que se arrodilla frente a ellos en detrimento de los intereses nacionales (ver caso TLC y apoyo a la invasión a Irak), y da la espalda a la América Latina en momentos en que casi todos los países que la integran buscan caminos propios de desarrollo económico y social.



Creo en el proyecto que encarna Carlos Gaviria, un hombre ético, de principios, ecuánime, de trayectoria impecable, que contribuiría a devolverle la institucionalidad a Colombia. El país está hastiado de sangre. No queremos más llamados a la violencia, ni de parte de una guerrilla sanguinaria que cada vez pierde más su norte social, ni de un gobierno que antepone la guerra a la justicia social.



Publicado en revista Credencial, mayo del 2006

Anónimo dijo...

Gracias por sus artículos, nuestros problemas exigen, una mano firme y un corazon grande y aunque se empeñen en negarlo quien no quiere el intercambio humanitario es la guerrilla.

A cambio de Uribe, qué tenemos?

Un gran jurista, habilidoso embaucador y vendedor de ilusiones; como no lo veíamos hace muchos años en los partidos tradicionales, parece un poseedor de un avarita mágica para acabar con todos los problemas del pais y ni siquiera le cabe el pais económico en la cabeza, ese que no se maneja con decretos sino con hechos.

Cuando un candidato tiene todas las soluciones de un solo tajo puede ser: Un farsante, un desconocedor de la realidad nacional, un extranjero, ect., menos un candidato serio, ponderado y respetuoso del electorado.

Si los Colombianos nos equivocamos el domingo, será fatal para el futuro del pais. De nuevo gracias y por favor, por Dios, por la patria, por nuestros hijos, MENOS POLARIDAD Y MAS REALIDAD

Anónimo dijo...

el tema es apra mi muy árido... prefiero la música, el dodecafonismo, la kaloseuritmia, la egoencia del ser, la metafisica, el analisis schenkeriano...

Anónimo dijo...

hola, los felicito porque están escribiendo sin miedo, con independencia sobre los temas que la gran prensa calla.

Verónica
Cartagena

Anónimo dijo...

Los leo cada ocho días y me parece que así es como se escribe una columna de opinión.

Jorge Rojas
CODHES

Anónimo dijo...

vColombia necesita un presidente que se comprometa a lograr que la mayoría más humilde pueda decidir su futuro; un país gobernado más por el derecho que por la fuerza; un presidente convencido de que otra Colombia, más justa es posible.