el yesQuero No. 97
COLUMNA DE ANÁLISIS Y CRÍTICA POLÍTICA
Consultorio de Derechos y Gobernabilidad háBeas corpus
Dirección electrónica: elyesquero@gmail.com; Medellín, Colombia
WE THE HISPANIC PEOPLE OF THE USA...
DERECHOS CIVILES PARA LOS HISPANOS
Por
Rafael Rincón (*)
Doce millones de inmigrantes hispanos ilegales viven en Estados Unidos. Son el grupo minoritario más grande. Trabajan en condiciones desiguales y de discriminación. La ley que buscaba mejorar su estatus se hundió en el Senado y, por el contrario, está en trámite la ley que los criminaliza.
Millones de hispanos han marchado y protestado el pasado 10 de abril -Día Nacional de Acción por los Derechos de los Inmigrantes- en un centenar de las principales ciudades de Estados Unidos para exigir sus derechos; han recordando de esta manera los movimientos por los derechos civiles de Rosa Park y de Martin Luther King en las décadas de los cincuenta y sesenta. Nueva York, Washington, Los Ángeles, Atlanta, Houston, Madison vieron a jardineros, trabajadores de la construcción, panaderos, vendedores, estudiantes y desempleados, inmigrantes hispanos todos, reivindicar colectivamente su ciudadanía “americana” y protestar contra su condición de ilegalidad.
“Somos americanos”, “queremos ser legales” son las consignas que definen al movimiento de los hispanos en Norteamérica. Las marchas se realizan con las banderas de Estados Unidos y las banderas de México, Honduras, Salvador, Colombia, etc. Son “inmigrantes” en un país que ha sido construido por inmigrantes; hoy los viejos inmigrantes impugnan a los nuevos, los consideran ilegales, pero los utilizan a bajos precios en el mundo laboral. El modelo de desarrollo imperante los tiene como fuerza valida para el mercado pero como sujetos ilegales para la democracia.
Los inmigrantes con sus marchas están propugnando la igualdad ante la ley, vieja demanda liberal del siglo XVIII, cara a los americanos, sólo reconocida a los negros en la segunda mitad del siglo XX y, ahora, exigida con coloridas y pacíficas manifestaciones por los hispanos.
Los inmigrantes reclaman dignidad, exigen ser respetados como personas, quieren sus derechos civiles y, una vez los consigan, se consolidarán como una importante fuerza política. La comunidad de inmigrantes que reclama garantías civiles entrará al Congreso norteamericano como una fuerza decisoria. El voto hispano se lo disputan los grandes partidos y eso lo saben los inmigrantes, por eso con razón uno de los manifestantes decía: “Hoy marchamos, mañana votamos”.
Con las nutridas manifestaciones y el porte de banderas estadounidenses los hispanos han dado un paso político para visibilizarse como ciudadanos “americanos”; no quieren ser extraños, anhelan la ciudadanía americana, quieren los derechos de todas las personas. Los “inmigrantes” salieron huyéndole a la pobreza de sus países de origen, llegaron al sueño americano, conquistaron un bienestar, quieren borrar el estigma de inmigrantes y ahora demandan la ciudadanía. Son el pueblo hispano de los Estados Unidos. Son los nuevos vecinos de Norteamérica.
Las barreras contra los inmigrantes han surgido desde el ejecutivo que promete la construcción de un muro de 1.000 kilómetros en la frontera mejicana y en la Cámara de Representantes que pretende tipificar como felonía, en vez de ofensa civil, la inmigración ilegal, aumentando las penas y sancionando a quienes empleen a inmigrantes (Resolución HR 4437).
Algo debe estar fallando en la inmigración legal hacia los Estados Unidos para que millones de hispanos estén, en el país que tiene las más modernas tecnologías de control, buscando directamente, in situ, una fuente de ingresos.
Extraño que el país que predica la globalización quiera implementar medidas medievales para frenar la ciudadanía mundial. Amurallar el “sueño americano” para proteger la economía doméstica o cuidarse de los actos terroristas descubre la alta vulnerabilidad del policía del mundo.
Al Congreso de Estados Unidos le compete aprobar las leyes que incorporen los afectos y las energías de los nuevos ciudadanos o rechazar como inmigrantes ilegales o felones a quienes han estado forjando y aumentando sus capitales, soberbia y poder.
Hasta ahora, las protestas antiinmigrantes están minimizadas y los hispanos se han ganado el derecho a la calle, a la protesta, a organizarse y a manifestarse.
Poco a poco se impone la consigna del cantante Juanes -“se habla español”- ante la segregacionista de los ultraderechistas -“Only English”- y la ciudadanía universal, que en este caso se expresa diciendo que para ser “americano” no hay que dejar de ser hispano, entierra una vez más la xenófoba doctrina Monroe de “América para los americanos”.
Medellín, 11 de abril de 2006
(*) Director del Consultorio de Derechos y Gobernabilidad háBeas corpus
COLUMNA DE ANÁLISIS Y CRÍTICA POLÍTICA
Consultorio de Derechos y Gobernabilidad háBeas corpus
Dirección electrónica: elyesquero@gmail.com; Medellín, Colombia
WE THE HISPANIC PEOPLE OF THE USA...
DERECHOS CIVILES PARA LOS HISPANOS
Por
Rafael Rincón (*)
Doce millones de inmigrantes hispanos ilegales viven en Estados Unidos. Son el grupo minoritario más grande. Trabajan en condiciones desiguales y de discriminación. La ley que buscaba mejorar su estatus se hundió en el Senado y, por el contrario, está en trámite la ley que los criminaliza.
Millones de hispanos han marchado y protestado el pasado 10 de abril -Día Nacional de Acción por los Derechos de los Inmigrantes- en un centenar de las principales ciudades de Estados Unidos para exigir sus derechos; han recordando de esta manera los movimientos por los derechos civiles de Rosa Park y de Martin Luther King en las décadas de los cincuenta y sesenta. Nueva York, Washington, Los Ángeles, Atlanta, Houston, Madison vieron a jardineros, trabajadores de la construcción, panaderos, vendedores, estudiantes y desempleados, inmigrantes hispanos todos, reivindicar colectivamente su ciudadanía “americana” y protestar contra su condición de ilegalidad.
“Somos americanos”, “queremos ser legales” son las consignas que definen al movimiento de los hispanos en Norteamérica. Las marchas se realizan con las banderas de Estados Unidos y las banderas de México, Honduras, Salvador, Colombia, etc. Son “inmigrantes” en un país que ha sido construido por inmigrantes; hoy los viejos inmigrantes impugnan a los nuevos, los consideran ilegales, pero los utilizan a bajos precios en el mundo laboral. El modelo de desarrollo imperante los tiene como fuerza valida para el mercado pero como sujetos ilegales para la democracia.
Los inmigrantes con sus marchas están propugnando la igualdad ante la ley, vieja demanda liberal del siglo XVIII, cara a los americanos, sólo reconocida a los negros en la segunda mitad del siglo XX y, ahora, exigida con coloridas y pacíficas manifestaciones por los hispanos.
Los inmigrantes reclaman dignidad, exigen ser respetados como personas, quieren sus derechos civiles y, una vez los consigan, se consolidarán como una importante fuerza política. La comunidad de inmigrantes que reclama garantías civiles entrará al Congreso norteamericano como una fuerza decisoria. El voto hispano se lo disputan los grandes partidos y eso lo saben los inmigrantes, por eso con razón uno de los manifestantes decía: “Hoy marchamos, mañana votamos”.
Con las nutridas manifestaciones y el porte de banderas estadounidenses los hispanos han dado un paso político para visibilizarse como ciudadanos “americanos”; no quieren ser extraños, anhelan la ciudadanía americana, quieren los derechos de todas las personas. Los “inmigrantes” salieron huyéndole a la pobreza de sus países de origen, llegaron al sueño americano, conquistaron un bienestar, quieren borrar el estigma de inmigrantes y ahora demandan la ciudadanía. Son el pueblo hispano de los Estados Unidos. Son los nuevos vecinos de Norteamérica.
Las barreras contra los inmigrantes han surgido desde el ejecutivo que promete la construcción de un muro de 1.000 kilómetros en la frontera mejicana y en la Cámara de Representantes que pretende tipificar como felonía, en vez de ofensa civil, la inmigración ilegal, aumentando las penas y sancionando a quienes empleen a inmigrantes (Resolución HR 4437).
Algo debe estar fallando en la inmigración legal hacia los Estados Unidos para que millones de hispanos estén, en el país que tiene las más modernas tecnologías de control, buscando directamente, in situ, una fuente de ingresos.
Extraño que el país que predica la globalización quiera implementar medidas medievales para frenar la ciudadanía mundial. Amurallar el “sueño americano” para proteger la economía doméstica o cuidarse de los actos terroristas descubre la alta vulnerabilidad del policía del mundo.
Al Congreso de Estados Unidos le compete aprobar las leyes que incorporen los afectos y las energías de los nuevos ciudadanos o rechazar como inmigrantes ilegales o felones a quienes han estado forjando y aumentando sus capitales, soberbia y poder.
Hasta ahora, las protestas antiinmigrantes están minimizadas y los hispanos se han ganado el derecho a la calle, a la protesta, a organizarse y a manifestarse.
Poco a poco se impone la consigna del cantante Juanes -“se habla español”- ante la segregacionista de los ultraderechistas -“Only English”- y la ciudadanía universal, que en este caso se expresa diciendo que para ser “americano” no hay que dejar de ser hispano, entierra una vez más la xenófoba doctrina Monroe de “América para los americanos”.
Medellín, 11 de abril de 2006
(*) Director del Consultorio de Derechos y Gobernabilidad háBeas corpus
4 comentarios:
HOLA RAFA.
La nota esta muy bien, es una descripción ajustada de lo que ocurre allí, considero que ese: "algo esta pasando.." debe ser tema de un análisis.
Cuando me postule al Congreso por los inmigrantes del exterior, en EEUU, la prensa latina 7días me publico unos comentarios sobre el proceso de inmigración norteamericana y mundial, en dicha nota señalaba como debemos plantarnos la ciudadanía del planeta tierra, por cuanto el concepto mismo de "inmigrante" acarrea unas connotaciones discriminatorias. Invitaba a que se utilizara el concepto de movilidad ciudadana y no de inmigración.
La propuesta de la "ciudadanía terrícola", por decirlo de alguna manera debe ser presentada a la ONU por los países de donde surge el mayor contingente de ciudadanos móviles y debe estar unida esa ciudadanía a una serie de prerrogativas.
Esta es la propuesta que yo haria de colofón a tu escrito dandole un sentido prepositivo y la cual espero retomes.
AH.
un abrazo
Argiro
Apreciado Rafa
He leido tu texto, me parece bueno el enfoque que contiene pues permite leerse de manera clara, agil, sencilla y amena, además le incorpora el ingrediente de "poder" necesario para este tipo de reivindicaciones.Tengo solo un interrogante al interior del texto y lo he resaltado para que lo veas, tu sabrás.
Rafa creo que vale la pena no dejarlo solo como un articulo, vale la pena la continuidad a algo que podria ser una especie de serie sobre los derechos de los hispanos en Estados Unidos, hay que compartir el texto una ves este concluido pues creo se convertira en una herramienta estimulante para muchos y muchas.
Un abrazo querido hermano.
Hasta pronto
Amaury
rafa, no os olvideis de los cuatrocientos (?la cifra es de Uribe) compatriotas que han viajado por cuenta de este gobierno, en ese intercambio "humanitario" gracias al programa DEA-TOURS, hay que marchar con estos "inmigrantes" para que les sean respetados sus derechos... recuerda que ya algunos "sometidos" a la justicia americana, estan tan legales como ptotegidos (e incognitos) suerte santa, en esta semana. ramiro
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¿HACIA DONDE VA EL FUTURO MIGRATORIO EN LOS ESTADOS UNIDOS?
Por Carlos Augusto Villota *
E mail carlosvillotsantacruz@yahoo.com.ar
Periodista e Internacionalista
Buenos Aires 12 de abril de 2006 Las constantes manifestaciones de la comunidad hispana en respuesta a las medidas adoptadas por el Gobierno del presidente de los Estados Unidos George Bush, frente a la migración, abre un interrogante: ¿cual será su futuro?
Lo primero que hay que decir, es que el país de las oportunidades, es que, por historia, es un territorio de migrantes. La tesis, se fundamenta en que sus fundadores lo eran y la gran parte de su evolución social, política, institucional y económica e incluso militar, ha tenido como protagonistas de su desarrollo a personas nacidas fuera de sus fronteras.
Hoy, no cabe duda la fuerza y el número de extranjeros, entre legales e indocumentados, se demuestra en las multitudinarias marchas registradas en 136 ciudades norteamericanas. Lo cierto, es que si el próximo primero de mayo se confirma esta tendencia con la realización de la jornada: “Un día sin inmigrantes”, no solo se hará historia, sino que además, será un acto sin precedentes en términos de movilización ciudadana.
Bajo este antecedente, el Gobierno y el Congreso de los Estados Unidos no pueden perder de vista este hecho, en momentos en que se debate el régimen migratorio más importante en las últimas décadas. La razón. Las medidas que se adopten en este campo afectaran a no menos de 12 millones de personas que viven en territorio norteamericano sin haber legalizado su residencia.
El segundo aspecto a analizar, es como un acuerdo bipartidista logrado por los partidos republicano y demócrata pareció abrir el camino en la aprobación de una reforma que permitiera tener mayor control en las fronteras, legalizar gran parte de los indocumentados –en su mayoría hispanos- y proteger el empleo para los norteamericanos al penalizar drásticamente a las personas y empresas que contraten extranjeros no regularizados.
Es más, el espíritu de la reforma fue aplaudido por el presidente Bush y no pocos sectores del país, tras considerar que el acuerdo las dudas que acompañaban al proyecto aprobado por la Cámara de Representantes, por su drastricidad y represión con los llamados ilegales, que incluso, ajuicio de voceros hispanos, daba un tinte ala violación migratoria como un delito.
El tercer elemento a reflexionar, corre por cuentas por las medidas de control en la frontera con México, que en mi entender, son restrictivas por la construcción de un muro, en un momento coyuntural de la historia del mundo, cuando ese tipo de barreras físicas desaparecieron, dando a paso a una democratización con aciertos y desaciertos.
La situación, es clara. Hay una gran controversia por el tema tanto en Estados Unidos como en Latinoamérica, desde donde provienen la mayoría de la comunidad hispana. El proyecto consensuado no se aprobó y lo que es peor aún, se dilato por dos semanas más.
Como analista internacional, considero que al debate no se le ha dado la dimensión que corresponde e incluso puede tornarse grave a futuro. No en vano, la bancada demócrata no esta interesada en sacar avante la reforma, al percibir que Bush y su partido republicano quieren conquistar el importante voto hispano de cara a las elecciones legislativas de noviembre, en donde el partido de Gobierno, según los últimos sondeos de opinión, puede perder sus mayorías parlamentarias.
También se debe tener en cuenta, que son los propios republicanos los que empantanaron él tramite de una reforma flexible, pues en su interior algunos sectores y gremios derechistas consideran que alguna legalización extrema de los indocumentados atentara contra el empleo y la calidad del trabajador promedio norteamericano, mientras una franja mas moderada, con el presidente de los Estados Unidos a la cabeza, esta de acuerdo con flexibilizar el régimen migratorio y regularizar a millones de personas que hoy se encuentran por fuera de los sistemas de seguridad social, tributario, ordenamiento territorial y otros.
Lo anterior significa, que prescindir de millones de trabajadores que realizan labores domesticas, técnicas y de economía informal, no solo es difícil con las medidas represivas sino que podría impactar la normalidad productiva y la economía de los Estados Unidos.
Por lo tanto, no es oportuno ni viable su aprobación. Además, por que hay una gran polarización en la opinión pública norteamericana y medios de comunicación, que esta alimentando un debate migratorio, que esta originando una serie de consecuencias económicas y de imagen poco favorables para la administración Bush, desvirtuando su aporte al desarrollo del país.
En el marco de la Semana Santa, es un panorama complicado para el Gobierno, la sociedad y la prensa norteamericana, cualquier medida que se adopte, sea apositiva o negativa para la población hispana, tiene múltiples ramificaciones en todos los sectores. De entrada, cualquier determinación en materia migratoria influirá en la calidad de vida de millones de personas que viven y trabajan ilegalmente en territorio estadounidense, sino también de sus familias que reciben remesas, cuyo rubro se ha convertido en el segundo rubro de ingreso en economías como la colombiana, mexicana o ecuatoriana.
* Internacionalista y periodista. Profesor Universitario en el área de las comunicaciones, medio ambiente y política internacional. Consultor. Corresponsal para Argentina y Latinoamérica de Radio Fórmula de México.
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