28 de febrero de 2006


el yesQuero No. 91
COLUMNA DE ANÁLISIS Y CRÍTICA POLÍTICA
Consultorio de derechos y gobernabilidad háBeas corpus
Dirección electrónica:
elyesquero@gmail.com; Medellín, Colombia


¿CONFLICTO ARMADO INTERNO SIN CARÁCTER INTERNACIONAL?
LAS RAYAS DE LA GUERRA

Por
Rafael Rincón (*)

La presencia armada de las FARC en la frontera ecuatoriana y los ataques aéreos, difícilmente no deliberados, de la Fuerza Aérea Colombiana a una población, también ecuatoriana, son dos enormes evidencias de que el conflicto armado “interno” se pasó de la raya.

Sin embargo, Raúl Reyes, miembro del Secretariado de las FARC-EP, se niega a reconocerlo y, como quien tapa el sol con las manos, dice en una entrevista de la agencia de noticias Anncol, que: “La política de fronteras de las FARC-EP, se ha cumplido, se cumple y se cumplirá cabalmente como práctica revolucionaria coherente con los principios de la organización del pueblo”. (www.anncol.org).

Siete concejales acribillados por las FARC en el municipio de Rivera, departamento de Huila, nueve civiles asesinados en un vehículo de transporte colectivo en el departamento de Caquetá, y la tenencia infame de rehenes -con la muerte de uno de ellos después de 2.555 días de eterna espera- son descomunales pruebas de que las FARC se pasaron de la raya en el conflicto armado interno de Colombia y que no pueden ser justificados con el argumento doctrinal de R. Reyes de “práctica revolucionaria coherente con los principios de la organización del pueblo”.

Combatientes que eliminan civiles son combatientes por fuera de las mínimas normas del Derecho Internacional Humanitario; lo que las FARC hacen son masacres, no actos de guerra, que deben ser reprobadas y condenadas sin cansancio y sometidas a la justicia colombiana y a la jurisdicción penal internacional.

La muerte aleve de los concejales es un ataque a la democracia local, un golpe en el talón de Aquiles de nuestro sistema político, es una amenaza al debate político y al desarrollo de los municipios y de las regiones. Es una violencia que le quita poder al ciudadano, le disminuye soberanía a las localidades, deja sin decisiones y sin acuerdos municipales a las comunidades.

Las FARC desconocen las rayas de la guerra, sólo hay límites en su arbitrio, hacen caso omiso a los tratados humanitarios. Están tan lejos de este país, que no sólo desestiman a una ex candidata presidencial como Ingrid Betancur, sino que también están distantes, pero muy distantes de los políticos más cercanos de la gente como son los concejales y ediles.

El derecho humanitario no concede facultades a los combatientes para eliminar a civiles bajo ninguna circunstancia. Las FARC, como combatientes reconocidos que dicen ser, no pueden hablar de “acuerdo” humanitario porque tienen la obligación política y militar de liberar a todos los rehenes sin esperar reciprocidad. Las obligaciones humanitarias no son un negocio de “todos ganan”, ni dependen de la voluntad de la contraparte, son deberes de los combatientes en guerra.

El carácter interno o “sin carácter internacional” -como lo llama el Derecho de Ginebra- del conflicto armado en Colombia está desnaturalizado. El artículo 1 del Protocolo II de 1977, adicional a los Convenios de Ginebra, considera conflicto armado no internacional todo aquél que se desarrolle en el territorio de un Estado, entre sus fuerzas armadas y fuerzas armadas disidentes.

Cuando la guerra se hace utilizando de manera frecuente territorios de otros Estados, cuando se desarrolla con crímenes que lesionan la conciencia de la humanidad y se financia con recursos internacionales del narcotráfico o del Plan Colombia el carácter interno del conflicto queda, por lo menos, cuestionado.

El conflicto armado actual está desnacionalizado y produce efectos en la región. Lo desnacionalizaron las partes con sus desmanes, con la financiación, con los mercenarios y con el ánimo perverso de derrotar al enemigo y alzarse con una victoria.

Colombia continuará los próximos años con un conflicto armado interno con repercusiones internacionales, poco reglado, llamado Conflicto armado interno internacionalizado en el cual intervendrán otros Estados.

Así las cosas la guerra parece ser el telón de fondo de nuestra vida política. Parece que el destino de Colombia es el de ser una democracia electoral en guerra.


Medellín, 28 de febrero de 2006


(*) Director del Consultorio de derechos y gobernabilidad háBeas corpus

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Sòlo te apuntarìa que en mi concepto, el verdadero talòn de aquiles de
nuestro sistema polìtico (entendido como el punto dèbil, en la forma que se
muestra en el hèroe de la mitologìa), mas que en la representaciòn popular
de nuestros municipios en cabeza de sus concejales, està en el desamparo y
falta de protecciòn a que estan sometidos estos, por un règimen que
dicièndose ser democràtico, abandona su obligaciòn constitucional de
proteger a la expresiòn mas pura,espontànea y libre de representaciòn
popular, como son los concejos y corporaciones pùblicas territoriales.

Temamos por el desplome de la familia, cuando el padre no pueda garantizar
el cuidado de sus hijos.

Felicitaciones.

Cordial saludo,

Cèsar

Anónimo dijo...

INTERNAL ARMED CONFLICT WITHOUT A NATIONAL CHARACTER?
THE LINES OF WAR

By
Rafael Rincón (*)

The armed presence of Colombia’s FARC guerrilla in its frontier with Ecuador, and the air raid perpetrated by Colombia’s Air Force on a village in Ecuador on February 5th, difficult to consider ‘accidental’, are two huge pieces of evidence revealing that the country’s ‘internal’ armed conflict has crossed the lines.

But Raúl Reyes, belonging to the FARC-EP Secretariat, refuses to acknowledge this and insists, like someone covering the sun with his hands, during an interview with the Anncol News Agency, that: “The FARC-EP frontier policy has been, is and will continue to be fully implemented as a revolutionary practice coherent with the principles of the people’s organisation” (www.anncol.org).

The seven councillors riddled with bullets by the FARC on February 27th in the town of Rivera, Province of Huila; the nine civilians assassinated inside a bus on February 25th in the State of Caquetá, and the infamous kidnapping of hostages –with the death of one of these on February 15th after no less than 2.555 days of an eternal wait- are glaring proofs that FARC has crossed the lines in Colombia’s internal armed conflict, and that its actions cannot be justified with R. Reyes’ doctrinaire argument that theirs is a “revolutionary practice coherent with the principles of the people’s organisation”.

Combatants who destroy civilians are combatants who fall outside the minimum observance of humanitarian international law; what the FARC commits are massacres and not acts of war, and as such these acts should be rejected and condemned without qualms, and those who commit them must be brought to trial before Colombia’s penal system and international penal jurisdiction.

The treacherous death of the councillors is an attack against local democracy, a blow on the Achilles’ heel of our political system, a threat against political debate and municipal and regional development. This kind of violence disempowers citizens, detracts from local sovereignty and robs communities of reaching decisions and agreements at municipal levels.

The FARC ignore the lines of war. They are the only ones who can set the limits and also ignore international humanitarian treaties. They are so out of tune with this country that they not only could not care less about an ex presidential candidate like Ingrid Betancur, but they are also distanced, and hugely so, from the politicians who are closest to the people, like their councillors and aldermen.

Humanitarian law does not grant combatants the faculty to eliminate civilians under any circumstances. The FARC, recognised combatants as they claim to be, have no power to demand a humanitarian “agreement”, since they have the political and military obligation of freeing their hostages without expecting reciprocity. Humanitarian obligations are not a business in which “everyone wins” and they also do not depend on a counterpart’s will. They are duties incurred that are binding to combatants of war.

The internal nature or “without international character” –as the Treaty of Geneve calls it- of Colombia’s armed conflict has become degraded. Article 1 of Protocol II of 1977, amended to the Geneve Treaty, considers non-international armed conflict that which is undertaken within the territory of a given state, and between its Armed Forces and dissident armed forces.

When war is often waged using the territories of other states; when it involves assaulting the conscience of humanity and is financed with international resources, be it drug money or funds from Plan Colombia, the internal nature of an armed conflict is questionable, at the very least.

The current armed conflict is now denationalised and this has effects in the region. The warring factions have denationalised it with their abuses, with their finances, with their mercenaries and with their perverse intent to destroy the enemy and highjack a victory.

Colombia looks set to continue its armed internal conflict with international repercussions – a little regulated conflict - into the years to come. It will be defined then as an internationalised internal armed conflict in which other states are also bound to intervene.

In this state of affairs, the war seems set to remain as the backdrop of our political life. It would seem to be that Colombia’s destiny is to be a warring electoral democracy.


Medellín, February 28 2006


(*) Director of Human Rights and Governance Practice háBeas corpus

Anónimo dijo...

Hola Rafa:

Creo que vale la pena una protesta más enérgica contra las FARC. Debemos acoger el llamado de Navarro y manifestarnos el 9 de marzo contra esta masacre de concejales.

Maru Franco

Anónimo dijo...

Es poquito lo que se ha dicho. Espero que no terminés haciendole el juego a las matanzas de Uribe.

Diego T.

Anónimo dijo...

gracias por tu aratículo.Me identifico plenamente con él.Pocas personas de ONGs critican duro a la guerilla como tu lo haces con ética profesional.Es veaardad que los conceptos son reevaluables,pero aun así a la luz del DIH sigue habiendo un conflicto armado interno con influencia de EE:UU y no es internacional,tampoco a la luz del conservador Derecho Internacional Público.Cordial saludo.